PSEUDOPERCEPCIONES O IMÁGENES ANÓMALAS


B. PSEUDOPERCEPCIONES O IMÁGENES ANÓMALAS

Según Mayor y Moñivas (1992), «es preciso distinguir entre las representaciones que tienen su fuente en estímulos o acontecimientos exteriores (perceptos) y las que, aunque muy similares a los anteriores, se originan sin la presencia de tales estímulos exteriores (imágenes)». Desde esta perspectiva, las pseudopercepciones son anomalías mentales que pueden concebirse como imágenes, esto es, como procesos mentales similares a los perceptivos que, o bien se producen en ausencia de estímulos concretos para activarlos o desencadenarlos, o bien se mantienen y/o se activan a pesar de que el estímulo que los produjo ya no se encuentre activamente presente. En nuestra opinión, ambas características diferencian estos fenómenos de las ilusiones. En el primer caso nos encontramos con las imágenes hipnagógicas, hipnopómpicas y alucinoides, mientras que en el segundo grupo se pueden incluir las imágenes mnémicas, las parásitas y las consecutivas. Exponemos a continuación las características de este grupo especial de imágenes o representaciones mentales.

1. Imágenes hipnopómpicas e hipnagógicas

En algunos manuales clásicos se las denomina alucinaciones fisiológicas, dadas las circunstancias en las que se producen. Se trata de imágenes que aparecen en estados de semiconsciencia, entre la vigilia y el sueño. En sentido estricto, el término imagen hipnagógica se reserva para los fenómenos que acompañan al adormecimiento, mientras que el término imagen hipnopómpica designa a las imágenes que aparecen al despertar. Tanto las unas como las otras se caracterizan por su autonomía, es decir, que aparecen y se transforman sin control alguno por parte del individuo. Suelen ser vívidas y realistas, aunque su contenido puede carecer de significado para el sujeto. Se pueden dar en todas las modalidades sensoriales, aunque las más frecuentes son las auditivas y las visuales.

Estas experiencias se dan tanto en la población normal (creer haber oído una voz que nos llama por nuestro nombre, o escuchar el timbre del despertador antes de que suene o el llanto de un bebé, es algo bastante frecuente), como en la población clínica: fi ebres agudas, episodios depresivos, ansiedad, estados tóxicos, etc., constituyen lugares comunes para la aparición de estas experiencias. Se diferencian de las alucinaciones, en primer lugar, por el contexto de fluctuación de conciencia en que se producen y, en segundo lugar, porque por lo general el individuo que las padece es consciente de lo irreal de esas imágenes, ya sea en el momento mismo en que las experimenta o, lo que es más frecuente, cuando se encuentra ya plenamente consciente o despierto. Son difíciles de detectar, puesto que en muchos casos la persona que las experimenta atribuye su aparición al soñar («he soñado que sonaba el despertador y me he despertado»). Finalmente, por lo general se trata de impresiones sensoriales poco elaboradas o complejas: destellos, luces, un sonido brusco, etc.

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2. Imágenes alucinoides

Como en el caso anterior se producen en ausencia de estímulos concretos que las activen. Se caracterizan porque son subjetivas y autónomas, a la vez que poseen un claro carácter de imagen y plasticidad. Se dan en el «espacio negro de los ojos cerrados» (fenómeno de Müller o imágenes de la fiebre) o en el espacio físico externo, a causa de intoxicaciones o uso de drogas (fantasiopsias). También se pueden dar en la modalidad auditiva. El individuo no les otorga juicio de realidad, es decir, sabe que son productos de su mente y, en este sentido, se diferencian de las experiencias alucinatorias.Image result for Imágenes alucinoides

3. Imágenes mnemicas

Se trata de imágenes de nuestros recuerdos que pueden presentarse de un modo transformado. De hecho, a veces la persona las puede recombinar o variar en función de sus deseos, lo que una vez más muestra la plasticidad de las imágenes mentales. Si no se mantienen voluntariamente, comienzan a desvanecerse hasta su desaparición. Su naturaleza es eminentemente subjetiva y son experimentadas con poca nitidez y viveza. Las imágenes eidéticas constituyen un tipo muy especial de imagen mnémica y podrían considerarse como una especie de «recordar sensorial». Consisten en representaciones exactas de impresiones sensoriales (normalmente visuales y auditivas) que quedan como «fijadas» en la mente de la persona. Pueden provocarse voluntariamente, o bien irrumpir en la consciencia de un modo involuntario.

Según los criterios de Jaspers, estas imágenes son imaginadas (no corpóreas) y tienen determinación espacial (son «objetivas»), pero el juicio de realidad permanece intacto, es decir, el sujeto no las vivencia como reales. Son más habituales en la infancia y en las culturas primitivas o poco desarrolladas.
El niño eidético proyecta, fijando su atención sobre una superficialita, la imagen de algún objeto que había sido percibido anteriormente.

4. Imágenes consecutivas o postimágenes

Se dan como consecuencia de un exceso de estimulación sensorial inmediatamente anterior a la experiencia, y por tan to se diferencian del eidetismo en que en éste la representación puede ser evocada perfectamente al cabo del tiempo, mientras que las postimágenes perduran solamente unos segundos. Además, la imagen que se produce tiene las propiedades completamente opuestas a las de la imagen original, hecho por el cual a veces se las denomina «imágenes negativas» (por ejemplo, después de mirar un intenso color oscuro se ve un color claro, o el movimiento descendente de una cascada se experimenta posteriormente con un movimiento ascendente). A pesar de su objetividad, fijeza y autonomía el individuo no las considera reales, y raras veces revisten características patológicas.

 5. Imágenes parásitas


Se diferencian de las mnémicas por su autonomía, y de las consecutivas por su subjetividad. Pero al igual que ellas, son consecuentes a, o se producen como consecuencia de, un estímulo concreto que ya no se halla presente cuando se produce la imagen, lo que las diferencia de las ilusiones, como antes comentamos. Estas imágenes se denominan parásitas porque «aparecen» cuando el individuo no fija su atención en ellas y, por el contrario, desaparecen cuando se concentra en la experiencia. Suelen aparecer en estados de cansancio o fatiga extremos.

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